La provincia de Zaragoza está situada en un cruce natural de caminos ocupando la franja central de Aragón, al nordeste de la península ibérica. Limita al norte con las provincias de Navarra y Huesca, al sur con las de Teruel y Guadalajara, al este con las de Huesca, Lérida y Tarragona y al oeste con las de Soria, Logroño y Navarra.
Tiene una extensión de 17.274,3 kilómetros cuadrados, de los que solo el 16 % corresponde a terreno forestal, siendo por su superficie la cuarta provincia española y la mayor de Aragón.
Cuenta con una población de 954.811 habitantes, según el padrón municipal a fecha 1 de enero de 2018.
El paisaje zaragozano es de una gran variedad estando constituido por sierras, atravesadas por valles y barrancos en el Bajo Aragón; por los estribos montañosos del norteño pre pirineo; por el Moncayo y su somontano; por las llanuras de las Cinco Villas; por los páramos de La Violada y Los Monegros; por los fértiles valles del Gállego, del Jalón y del Jiloca; por los llanos que van desde el Campo de Borja y La Almunia de Doña Godina hacia Cariñena y Belchite.
Las tierras zaragozanas son regadas por el caudaloso y regular río Ebro y sus afluentes, por la izquierda, los pirenaicos Aragón y Gállego, el pre pirenaico Arba, y por la derecha: Queiles, Huecha, Jalón, Huerva, Aguas Vivas, Martín, Guadalope y Matarraña.
La provincia cuenta con varios centros de aguas termales situados en los municipios de Alhama de Aragón, Jaraba y Paracuellos de Jiloca, que conjugan el ambiente tranquilo y acogedor de los balnearios con modernas instalaciones y propuestas con aguas minero-medicinales.
El clima de los pueblos de la provincia de Zaragoza es generalmente del tipo continental: muy frío en invierno y muy caluroso en verano, con muy pocas lluvias. El viento dominante en el valle del Ebro es el cierzo, que sopla del noroeste o del oeste-noroeste, siguiendo el curso del Ebro hasta alcanzar los 100 km/hora.
Hablar de gastronomía en los pueblos de la provincia de Zaragoza es hablar de las incomparables frutas y verduras de sus huertas, pero también es hablar del ternasco y de la caza, de acreditados aceites de fama internacional, de sabrosos quesos y embutidos, de una repostería con señas de identidad propias y de los excelentes vinos criados en el Campo de Cariñena, Campo de Borja y Comunidad de Calatayud.
Sus pueblos muestran orgullosos los vestigios de las culturas que han jalonado su historia y marcado un peculiar estilo de vida. Íberos, romanos, musulmanes, judíos y cristianos han marcado el desarrollo de esta tierra.
Fuente: Gran Enciclopedia Aragonesa.