La Provincia de Zaragoza: turismo, ocio, patrimonio, cultura y servicios
La Provincia de Zaragoza
Zaragoza es mucho más que su capital. La provincia zaragozana, el cuarto espacio aragonés, posee un sinfín de atractivos turísticos, culturales de ocio y gastronómicos que no debemos perdernos.
Durante la Edad Media, a medida que el Islam retrocedía, los conquistadores cristianos se vieron en la necesidad de colonizar sus nuevos territorios con fundaciones religiosas y núcleos de población. Es en ese periodo cuando se propaga el arte románico, expresión plástica de una sociedad feudal y cuyas características formales proceden de Europa.
En la provincia de Zaragoza hay numerosos ejemplos de este movimiento artístico, si bien los más espectaculares se concentran en la ciudad de Daroca y, sobre todo, en las Altas Cinco Villas, con los enclaves de Sos del Rey Católico y Uncastillo a la cabeza.
Otra forma de expresión de época medieval presente en tierras zaragozanas es la cisterciense, fruto de la expansión de una orden monacal que buscó la vuelta a la austeridad del cristianismo primitivo. En este estilo se levantaron los monasterios de Veruela, en las faldas del Moncayo; Piedra, en las proximidades de Calatayud; y Rueda, en el curso medio del Ebro.
Tras la conquista cristiana, muchos musulmanes mantuvieron sus hogares en el reino de Aragón, conservando su religión y costumbres. Los dedicados a oficios relacionados con la construcción pusieron sus conocimientos al servicio de los nuevos poderes dominantes, en especial en las poblaciones situadas a orillas del Ebro y de sus afluentes meridionales, así como en el Somontano del Moncayo. Nació así el arte mudéjar, que adaptó conceptos, formas y sistemas de trabajo andalusíes a las necesidades de edificios cristianos y a las modas de cada época.
Entre los siglos XIII y XVII se desarrollaron modelos constructivos singulares, como las iglesias-fortaleza y las torres con estructura de alminar, además de un rico lenguaje decorativo con características propias basado en la combinación de ladrillo, yeso, madera y cerámica. Su belleza y majestuosidad, junto con su valor como ejemplo material de convivencia y encuentro de culturas, fueron reconocidas por la UNESCO en 2001, al declarar Patrimonio de la Humanidad al conjunto del arte mudéjar aragonés.
El genial pintor Francisco de Goya y Lucientes nació en la localidad zaragozana de Fuendetodos, aunque fue en la capital aragonesa donde se formó como pintor y recibió sus primeros encargos. El éxito de sus frescos en la basílica del Pilar propició la firma de nuevos contratos. Muel, Remolinos, Calatayud y la cartuja de Aula Dei albergan obras de su etapa juvenil.
Sin embargo, ésta no es la única representación del artista en la provincia, dado que hay cuadros de madurez en el Museo de Zaragoza y en el Museo Camón Aznar que recoge, a su vez, sus series completas de grabados. También es posible contemplar parte de su obra gráfica en su localidad natal, donde se conserva la casa familiar y se han abierto diversos talleres y salas de exposición.
El viaje a Fuendetodos se puede completar con una visita a la cercana Muel. Allí, además de los frescos de Goya, se encuentra la Escuela Taller de Cerámica. Con su creación, la Diputación de Zaragoza quiso recuperar la tradición de la alfarería local y difundir las diferentes técnicas artesanas.
Los pueblos de cuarto espacio reúnen una gran diversidad paisajística. El río Ebro actúa de arteria vital en un territorio caracterizado por los fuertes contrastes, donde coexisten frondosos bosques prepirenaicos y amplias extensiones casi desérticas, alegradas por el ocasional verdor de las vegas fluviales.
El Parque Natural de la Dehesa del Moncayo; la Reserva Mundial de la Biosfera de las Bardenas; la laguna de Gallocanta, zona de refugio, descanso y nidificación de aves; y los terrenos esteparios de la Lomaza de Belchite y los Monegros, son modelos únicos de clima y paisaje en Europa.
A su singularidad se suma la del Prepirineo y el Piedemonte ibérico, donde el llano y la montaña confluyen de un modo particular, y la de los espectaculares parajes en donde el discurrir de los ríos dibuja galachos, hoces y cañones o bien se toma un descanso en forma de lagos naturales o de espaciosos embalses aptos para la pesca y los deportes náuticos.
La provincia cuenta con varios centros de aguas termales, situados en los municipios de Alhama de Aragón, Jaraba y Paracuellos de Jiloca, enclavados en la comarca de Calatayud. En espacios naturales se levantan variados complejos que conjugan el ambiente tranquilo y acogedor de los balnearios decimonónicos con modernas instalaciones, capaces de ofrecer a sus visitantes todo tipo de propuestas con aguas minero-medicinales, declaradas de utilidad pública.
Cerca de estos establecimientos, en Nuévalos, se localiza una de las más preciadas joyas de la provincia, el Parque Natural del Monasterio de Piedra. La corriente del río Piedra ha modelado la roca durante milenios, formando asombrosos lagos, grutas y cascadas, que se rodean de densos bosques de ribera, y de un ecosistema particular, de acusada diversidad biológica.
Los paisajes de la provincia, junto con una herencia cultural derivada de su condición de lugar de encuentro de civilizaciones, han dado origen a multitud de tradiciones culinarias. Hablar de gastronomía en Zaragoza es hablar de las numerosas variedades de frutas y verduras que llenan las huertas, pero también del cordero y de la caza, de aceites de fama internacional, de quesos y embutidos, de repostería, y de los vinos criados en las comarcas de Cariñena, Borja y Calatayud.
Todos estos son unos ingredientes de primera calidad incluidos en la llamada dieta mediterránea, a la vez sana y variada, que demuestran su valía tanto en preparaciones tradicionales como en modernos platos de alta cocina.