Museo de las Termás Públicas de Caesaragusta en la Ciudad de Zaragoza
Museo de las Termás Públicas de Caesaragusta
En el centro de la ciudad de Caesaraugusta, entre el espacio del foro y el teatro, se alzaron, desde el siglo I a.C. y hasta comienzos del siglo IV d.C., las Termas Públicas.
De las diversas estancias con que contaban estas instalaciones -vestuario, salas calientes, templadas y frías, gimnasio, etc.-, fundamentalmente se han conservado restos de unas letrinas (todavía utilizadas a finales del siglo I a.C.) que fueron derribadas para construir sobre ellas una gran piscina porticada, donde se podía nadar al aire libre.
Para la mayoría de los romanos las termas eran algo más que un lugar para la limpieza del cuerpo, ya que cumplían una importante función como centro de vida social y cultural, porque en sus estancias, además de bañarse, se podían practicar deportes, leer, pasear, escuchar música o poesía. El baño romano seguía un ritual en el que se alternaban el calor y el frío. En el recorrido por las diversas salas de las termas intervenía el gusto personal, pero lo más habitual era comenzar por los baños calientes para finalizar con los fríos. Hombres y mujeres solían estar separados, ya sea por zonas diferentes o por horarios.
Dentro del sistema que regía la vida política e institucional de la colonia Caesaraugusta existía un cargo, el de edil, entre cuyas numerosas funciones se encontraba la de supervisar la administración, mantenimiento y conservación de las termas públicas, propiedad de la ciudad, que debían encontrarse bien abastecidas de agua corriente y leña.
Contenido
Recorrido
En primer lugar conviene asistir a la proyección del audiovisual en el que un ciudadano de Caesaraugusta, que ocupa el cargo público de edil, escribe una carta a un amigo, desde la biblioteca de las termas.
A continuación pueden contemplarse los tres dioramas, con resconstrucciones virtuales de los restos arquitectónicos conservados.
Una vitrina contiene reproducciones de objetos que los usuarios llevaban o utilizaban en las termas (toallas, peines, pinzas para depilar, agujas, estrigilos, etc.), junto a varias placas de mármol que decoraban parte de la pared del pórtico de la piscina.
Como complemento de la visita se ha instalado la maqueta de unas termas, inspirada en la de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) con información sonora.
Reconstrucción infográfica de las letrinas
A lo largo de la amplia vida de estas termas públicas (s. I a.C. – s. IV d.C.), se han ido sucediendo diversas reformas que alteraban su aspecto y que han dejado como testigo de su existencia restos arquitectónicos superpuestos en el mismo espacio.
De la época más antigua, siglo I a.C., únicamente se conserva parte de un pavimento, realizado con ladrillos rectangulares de arcilla cocida colocado en forma de espiga.
A una reforma posterior corresponde la construcción de unas grandes letrinas públicas, que estaban en funcionamiento a finales del siglo I a.C. La estancia tenía planta cuadrada y capacidad para unas 29 personas; sus paredes estaban rodeadas de una línea de bancos con asientos perforados, bajo los cuales discurría un profundo canal de arrastre de aguas fecales.
Delante de los bancos y a los pies de los usuarios, un canalillo proporcionaba agua limpia con la que se podían realizar abluciones o aclarar las esponjas y utensilios higiénicos empleados para la limpieza personal.
Actualmente y para su mejor comprensión, se ha reconstruido parte de uno de sus muros laterales, con los bancos que servían de asiento a los usuarios.
Estas letrinas fueron derribadas a mediados del siglo I d.C., y sobre ellas se construyó una piscina porticada para nadar al aire libre.
Las dos basas que se conservan aquí corresponden a dicho pórtico.
Reconstrucción infográfica de la piscina
La piscina, que hoy vemos fragmentada, fue construida a mediados del siglo I d.C.; es de planta rectangular, conservándose sólo 9,7 m de su longitud, cuyo total se estima en 15,8 m. El único extremo corto conservado, que permite la reconstrucción ideal de sus proporciones, se remató en forma de ábside lobulado. A la piscina se accede por tres escalones que la recorren en todo su perímetro, y su fondo estuvo pavimentado con placas de mármol, parte de las cuales fueron levantadas y reutilizadas después del cese de la actividad termal a comienzos del siglo IV d.C. Del pórtico que rodeaba la piscina, cuya altura se estima entre los 5 y 6 metros, se conservan restos de tres basas de columna y varios de sus apoyos.
Alrededor de la piscina y nte de las basas, se colocó un listón de mármol, que impedía que el agua de la piscina salpicase al interior del pórtico, cuyo suelo estaba pavimentado con placas de mármol en los intercolumnios.
La superficie de la sala era más amplia que la actual, y se conservan, como pequeña muestra del recubrimiento de sus paredes, los restos de un conjunto de placas de mármol, decoradas con motivos diversos: figuras geométricas, escudos cruzados, etc. La ornamentación de la sala se completaría con varias esculturas.
Datos de Contacto
Colabora con nosotros …
Envíar colaboración.