Patrimonio Histórico en los Pueblos de la Provincia de Zaragoza, Monumnentos
Patrimonio Histórico en la Provincia de Zaragoza
Los asentamientos prerromanos, desde la Edad del Bronce hasta la llegada de los romanos, se instalan en cerros generalmente próximos a cursos de agua, garantizando una posición defensiva y de control sobre la zona agrícola colindante.
Las ciudades romanas se adaptan hábilmente a la topografía. Ejemplos claros de dos tipos urbanísticos de larga tradición en el mundo antiguo son Bilbilis y Celsa. Bilbilis es una ciudad “escenario” que aprovecha las pendientes para destacar determinadas áreas urbanas y monumentos de especial relevancia, como es el teatro.
Las ciudades musulmanas, situadas en estratégicos enclaves defensivos, constituían grandes plazas fuertes defendidas por castillos y recintos fortificados; intramuros, en torno a una trama urbana de carácter irregular, se levantaba el caserío donde destacaban los edificios más representativos del poder civil y religioso.
Durante la Edad Media, a medida que el Islam retrocedía, los conquistadores cristianos se vieron en la necesidad de colonizar sus nuevos territorios con fundaciones religiosas y núcleos de población. Es en ese periodo cuando se propaga el arte románico, expresión plástica de una sociedad feudal y cuyas características formales proceden de Europa.
Otra forma de expresión de época medieval presente en tierras zaragozanas es la cisterciense, fruto de la expansión de una orden monacal que buscó la vuelta a la austeridad del cristianismo primitivo.
Tras la conquista cristiana, muchos musulmanes mantuvieron sus hogares en el reino de Aragón, conservando su religión y costumbres. Los dedicados a oficios relacionados con la construcción pusieron sus conocimientos al servicio de los nuevos poderes dominantes. Surgió así el arte mudéjar, que adaptó conceptos, formas y sistemas de trabajo andalusíes a las necesidades de edificios cristianos.
El arte gótico aragonés alcanza una notable complejidad, obligado a convivir con el arte mudéjar, el románico tardío y el cisterciense.
En la arquitectura religiosa, la pervivencia del arte mudéjar se plasma especialmente en campanarios y cimborrios, el arte gótico seguirá vigente en iglesias de nave única y en las de planta de salón. Los modelos renacentistas aparecen tardíamente, en casos singulares o en la nueva tipología de influencia escurialense. Surge un nuevo tipo de portadas retablo.
El barroco se plasmará en una gran diversidad de manifestaciones artísticas, en las que conviven elementos tradicionales con influencias foráneas; así, la arquitectura continúa usando materiales tradicionales (ladrillo, yeso y tapial), mientras en las estructuras acusan la influencia italiana de las iglesias jesuíticas.