Semana Santa en Zaragoza, Fiestas Tradicionales en la Provincia de Zaragoza
Semana Santa en Zaragoza
Fe, tradición y fervor popular toman por unos días las principales calles de la ciudad, entre el sonido atronador de bombos y tambores.
La Semana Santa de Zaragoza, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. ha sido declarada de Interés Turístico Nacional. En ella participan más de 15.000 cofrades de 23 Hermandades, en unos desfiles procesionales que convocan ya a más de cien mil visitantes y tiene su punto culminante en la procesión del Santo Entierro, el Viernes Santo.
Vivir la Semana Santa Zaragozana
El visitante, o incluso el zaragozano, que por primera vez se acerca a las manifestaciones de nuestra Semana Santa puede encontrarse un poco desorientado y perderse ante la multiplicidad de horarios y procesiones, que muchas veces se solapan en el tiempo. Por otro lado, si no va acompañado de alguien que sea buen conocedor, se puede quedar en una visión un poco superficial o no comprender plenamente lo que está viendo.
Este es el objetivo de este texto: dar unas mínimas orientaciones al curioso, pero teniendo claro que, como todas las manifestaciones populares, ésta se explica a sí misma y se aprende a verla viéndola. Al ser espectador se está participando y formando parte de la fiesta ya que sin público la manifestación pública de fe que encierra carecería de sentido. Abriendo bien los ojos y estando receptivos, de repente lograremos captar un momento mágico, un gesto inesperado, que podrá ser quizá tan sólo una mirada o una lágrima. Simplemente tenemos que dejarnos llevar, vivir y experimentar. Disfrutemos del olor del incienso, del colorido de las túnicas y del sonido (que no es nunca ruido) que atruena y estremece. Comencemos a vivir nuestra Semana Santa.
En primer lugar debemos tener en cuenta que la peculiar génesis de nuestra celebración le ha hecho condensar y recoger influencias muy diversas que han sido reelaboradas y han tomado una nueva forma. En Zaragoza se entremezcla una tradición de siglos con influencias castellanas y andaluzas, unidas a la fuerza del tambor y el bombo del Bajo Aragón. Por ello no nos deberá extrañar que la jota y la saeta se entremezclen, que veamos elementos ajenos y autóctonos que se han fusionado creando algo nuevo y muy diferente.
Cuando se contempla una procesión llaman enseguida la atención los grandes grupos de tambores, bombos y timbales que generalmente las acompañan. Hay que saber que estas “secciones” están formadas en su totalidad por hermanos y hermanas de las cofradías con los mismos derechos y deberes que el resto, nunca son un grupo aparte ni mucho menos son contratados. Escuchar a grupos que pueden llegar a ser hasta de cuatrocientos cofrades tocando al unísono es algo que difícilmente deja indiferente. Es un sonido que ya no sólo se escucha sino que se siente con todo el cuerpo, con una vibración que estremece de una forma que raramente se podrá olvidar. En 20 de las 23 cofradías encontraremos a estas secciones, aunque no podemos olvidar el sonido vibrante de las cornetas y heráldicas, que también tienen un lugar muy destacado. Son los únicos instrumentos de la Cofradía del Silencio, pero forman parte de los “piquetes”, pequeños grupos de instrumentos, en muchas otras cofradías. Además, la Cofradía del Ecce Homo aporta la singularidad de la matraca, instrumento que sustituía antiguamente a la campana durante la Semana Santa, y la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén la carraca, tocada por los más pequeños y con un característico sonido destemplado.
El sonido nos llevará a buscar muchas veces calles estrechas para contemplar el paso de las cofradías. Si en las avenidas y calles amplias las cofradías tienen un aspecto más majestuoso y solemne, en las calles más estrechas cambia el sonido y el contacto con los hermanos se hace más cercano, lo que se traduce en una experiencia más íntima. Elegir unas u otras dependerá de nuestro gusto o incluso será mejor alternar ambas visiones para tener una visión más completa.
Las cofradías acompañan su cortejo con una serie de elementos o “atributos” que embellecen el desfile. Son faroles, guiones, estandartes, cruces…, que en muchos casos tienen un profundo significado. Suele encabezar la marcha el estandarte, verdadero signo que representa a toda la cofradía y que por tanto goza de un gran valor entre los hermanos. Un rasgo muy característico en nuestras procesiones es la presencia de la denominada “Cruz In Memoriam”, que suele colocarse hacia la mitad del cortejo y es portada por un hermano. Recuerda a todos los hermanos difuntos de la cofradía y en muchos casos sobre ella están escritos sus nombres, por lo que en cierta manera están presentes en la procesión. Otros elementos característicos son las series de faroles, con significados muy precisos, que portan algunas cofradías, representando algunos elementos de la pasión como las palabras de Cristo en la Cruz, los Dolores de la Virgen…
Aunque decíamos al principio que en cualquier momento podemos asistir a algo especial, existen algunos más propicios y que suelen atraer a una mayor cantidad de público. Destacan las salidas de las cofradías de sus sedes; los momentos de reflexión en los que todos los hermanos se detienen para escuchar una alocución pública o, de una manera especial, el momento final popularmente denominado “la recogida”. Sin lugar a duda se trata del momento culminante en el que el vello se pone de punta y más de una lágrima se desliza oculta tras los capirotes y terceroles. En él culmina la procesión y la cofradía despide sus Imágenes a las que ha acompañado con mimo y cuidado por las calles. Es un momento de recuerdos y emociones, en el que se tocan los más espectaculares “redobles” con los que todos los instrumentos de la cofradía al unísono despiden a sus “Pasos Titulares”. Una culminación que encierra siempre un “hasta luego” y que está ya pensando en la próxima Semana Santa.
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